Con materiales tan simples como el cartón y un CD, un grupo de estudiantes de la Escuela Especial de Lenguaje Arcoiris, creó un espectrógrafo, elemento que les permitió analizar diversos tipos de luz. Como parte de las actividades de la Semana de la Astronomía, los niños pudieron ver de forma didáctica, el efecto que ocasiona en el cielo, la luz azul, tan contaminante para la observación astronómica.
Durante cinco días, Explora Arica y Parinacota, programa del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, que ejecuta la Universidad de Tarapacá (UTA), desarrolló una serie de actividades para conmemorar la especial cualidad de los cielos chilenos y que “generar los espacios para su valoración y protección, es tarea del mundo científico” tal como lo indica la directora de Explora Arica y Parinacota, Mónica Navarrete.
Así mismo, Bruno Días, comentó que en Chile están los mejores cielos del mundo, especialmente en el norte. Es por esta razón que los telescopios de diversas partes del orbe se posan en observatorios locales, atrayendo a extranjeros como él.
“Los cielos chilenos son los ojos al universo, lo debemos proteger porque es muy sensible a la contaminación lumínica. Se está hablando mucho de este tema, porque las ciudades están creciendo y hay desarrollo con ello, por lo que hay que hacer conciencia para que la gente sepa que es un tema para discutir”, aseguró.
No dejar de ser niños
El astrónomo brasileño, llegó a Chile a trabajar en observatorios en el año 2015. Actualmente forma parte del Instituto de Alta Investigación de la UTA, donde junto a Bárbara Rojas-Ayala y Julio Carballo conforman el primer grupo de Astronomía de la Macrozona Norte. “Estamos recién partiendo y concretando este grupo donde hay observatorios importantes. Tenemos un desafío que es cómo despertar el interés de las universidades y para eso estamos comenzando a través de la investigación”, dijo.
El área específica de Días son las Nubes de Magallanes, galaxias vecinas a la Vía Láctea, que se pueden ver a simple vista cerca de la Cruz del Sur. También estudia los cúmulos de estrellas.
Su interés por la ciencia comenzó cuando era niño. Recordó que fue su padre quien lo animaba a responder las interrogantes que le surgían a partir de lo que descubrían sus ojos. “Nunca hay que dejar de ser niño, en la parte científica. Cuando somos adultos, bloqueamos eso y nos cohibimos al preguntar. Pienso que no hay que perder la curiosidad pura que tiene un niño, porque eso es lo que hace un científico, experimentar, probar y entender”.
En su etapa escolar, Bruno participó de proyectos y academias de ciencia, así como de olimpiadas. “Eso genera el interés de conocimiento de los niños de forma entretenida, buscando desafíos y saliendo de la zona de confort”, manifestó.
Actualmente, el astrónomo de 35 años reconoció que vino a Chile siguiendo al cielo. Estuvo en el Observatorio Paranal y ahora, en la UTA. “Chile es el destino que todo astrónomo quiere conocer. Yo vine por los cielos y decidí quedarme”.